viernes, 15 de diciembre de 2006

María

La sombra se aquieta en los campos
y en ser despierta suave entre la noche.
no existen cuidades de vanguardia
y el vertigo sube y nace entre los saltos de la peste.
no reíran los muertos.
el dolor se aquieta mientras suben los de siempre:
los angeles tardíos
esos que nublan la noción del pensamiento
y cubren con la voz el dolor extinto.

no sabras que el señorío cambió de nombre
que tu sangre no es de perlas
y que el mañana no es un triste mediodía

el ser se nubla como un niño agazapado
y el espejo cubre los reflejos del abismo
no caerás por un espanto de señales,
será profundo
como un riachuelo límpido del infierno.
Y verás tu alma simple entre los simples
acorazada en la espesura
parapeteada entre los niños de un verano casi oscuro
y tomarás la mano
y caerás con ella
serás el tunel del cordero hacia el destino
Pero se verá en la gloria
apeara del burro
sentará tus piernas en un monticulo de vida
cantará suspiros
y en una hora revelada por el mundo
echará sus redes
sin cambiar tu despertar

Amo la vanguardía de los santos
el perdon implacable
la dicha de un profano al verse pulcro
amo el camino de las calles
el infierno que se esconde al ver la luz de los difuntos
TE amo a ti señora del palacio
que sin tardar avientas a tu hijo contra el mundo
amo el tiempo en que se pierden los sentidos
Te amo en cinta y sin los velos.

martes, 5 de diciembre de 2006

Atrevido

Corté la noche con un cuchillo de avanze
solté la muerte
desde su capa hasta su nicho de pidras sueltas
ataqué su mano, dormida frente al fuego
perdí mis dientes sin pensar que otro tigre no ha nacido.
Volver a ver la oscura fuerza de los astros
volar mi manto frente al tiempo
sentir que el campo es verdadero
entre el rocío de otros muertos

Cambios

Canta la noche de los astros
que el tiempos se recuerda
y en la asuencia se atiborra de sentidos.

cuelga de la noche amado cambio
que en tus pies se mecen olas de salinas experiencias

Mas no te entibes como un dios que rompe el tiempo de suspiros,
se de todos viento fuerte y rompe el sol de entre las cuevas
como un completo amancecer

lunes, 4 de diciembre de 2006

Todo va (un poco infantil)

Todos los niños van al mar
de entre los cardos sin cuartel
se van derecho hasta los pies
y en sus casas de cristal a sus niños ven llorar
como un milagro de las huestes

y entre la noche sin cuartel
mi fusil es de babel
del monte enhiesto y accesible.
todos los niños van sin pies
y sin caritas de papel
ya van sin cantos de oropel, van si ir
como un diluvio

Y lloran campos de metal
lloran la sombra deslavada
lloran la luz de sus colores
lloran sin casco y sin mantel
sin oficinas ni azadones

serán los hijos del pincel
esos que nunca fueron tres
si no que una legión de pobres
Esos que cantan sin cesar la triste muerte y su señal
son los indicios de la noche


Todos los niños van al mar
la guerra cruenta ya se fue
y el hombre sueña por un ciclo
que vengan días de mujer
o un bosquejo de papel
pero que vengan días nuevos
en donde el monte se haga piel y
tu cintura un fuerte abrazo

Y que vuelen los regazos de las madres
que se corten la manos
que el niño mame la sangre derramada en sus capullos
y en sus puentes sin ocaso
que deslustren la verdad
que sea falsa libertad
y no un encierro de cadenas


Que el mar se colme de pesar
que no finga enemistad
con figuras deslavadas
que sea pronto o quietud
que sea pronto

domingo, 26 de noviembre de 2006

El barco ebrio (Arthur Rimbaud) el mejor poema para mi gusto

Mientras descendía por Ríos impasibles,
sentí que los sirgadores ya no me guiaban:
Pieles-Rojas chillones los habían tomado por diana
tras clavarlos desnudos en postes de colores.

Ya no me preocupaba tripulación alguna,
portadora de trigo o de algodón inglés.
Cuando aquel jaleo acabó con mis sirgadores,
los Ríos me permitieron descender donde yo quería.

En los chapoteos furiosos de las mareas,
yo, el invierno pasado, más sordo que el cerebro de un niño,
¡corrí! Y las penínsulas desamarradas
jamás experimentaron guirigáis más triunfantes.

La tempestad bendijo mis desvelos marítimos.
Más ligero que un corcho, bailé sobre las olas
que llaman arrolladoras eternas de víctimas,
durante diez noches, ¡sin añorar el ojo necio de los fanales!

Más dulce que, para los niños, la pulpa de las manzanas acedas,
el agua verde penetró mi casco de abeto
y me lavó las manchas de los vinos azules
y de los vómitos, dispersando áncora y timón.

Y desde entonces me sumergí en el Poema
de la Mar, infundido por astros, y lactescente,
devorando lo azures verdes; donde, como flotación pálida
y arrebatada, un ahogado pensativo a veces desciende;

donde, tiñendo de pronto las azuldades, delirios
y ritmos lentos bajo las rutilaciones del día,
¡más fuertes que el alcohol, más vastos que nuestras liras,
fermentan los rubros amargos del amor!

Yo conozco los cielos que estallan en relámpagos, y las trombas
y las resacas, y las corrientes; conozco el atardecer,
el Alba exaltada igual que una multitud de palomas,
¡y he visto algunas veces lo que el hombre creyó ver!

¡He visto el sol poniente manchado de horrores místicos,
iluminando los largos coágulos violetas,
y, semejantes a esos actores de antiguos dramas,
las olas rodando a lo lejos su batir de postigos!

¡Soñé la verde noche de nieves deslumbrantes,
beso lento que ascendía a los ojos de los mares,
la circulación de las savias inauditas
y el despertar azul y gualda de los fósforos cantores!

¡Seguí, durante meses enteros, igual que vacadas
histéricas, el oleaje al asalto de los arrecifes,
sin pensar que los pies luminosos de las Marías
pudiesen forzar el hocico de los Océanos asmáticos!

¡Sabed que embestí increíbles Floridas,
mezclando a las flores ojos de panteras con pieles
de hombres, arcos iris extendidos como bridas
bajo el horizonte de los mares, con glaucos tropeles!

¡He visto fermentar las enormes marismas, nasas
en cuyos juncos se pudre un Leviatán!
¡Hundimientos de aguas en medio de las bonanzas,
y las lejanías catarateando hacia los remolinos!

¡Glaciares, soles de plata, olas de nácar, cielos de brasas!
¡Horribles varaderos en el fondo de los golfos oscuros
donde las serpientes gigantes devoradas por las chinches
caen, de los árboles retorcidos, con negros perfumes!

Me hubiese gustado mostrar a los niños esos dorados
del azul oleaje, esos peces de oro, esos peces cantarines.
Espumas de flores me acunaron al abandonar la rada
e inefables vientos me han alado por instantes.

A veces, mártir cansado de polos y de zonas,
la mar cuyo sollozo atenuaba mi balanceo
subía hacia mí sus flores de sombra con ventosas amarillas
y yo permanecía igual que una mujer arrodillada...

Casi isla, balanceando en la borda las querellas
y los excrementos de los pájaros chillones de ojos rubios,
¡bogaba, mientras por mis frágiles ataduras
bajaban a dormir los ahogados, reculando!

Yo, barco perdido bajo el cabello de las ensenadas,
arrojado por el huracán al éter sin un pájaro,
yo, cuyo armazón ebrio de agua no hubieran rescatado
ni los monitores ni los veleros de las Hansas;

libre, humeando, provisto de brumas violetas,
yo que perforaba el cielo enrojecido como si fuese un muro,
que llevo confitura exquisita para los buenos poetas,
líquenes de sol y mocos de azur;

Yo que corría manchado de lúnulas eléctricas,
yo, tabla loca, escoltado por negros hipocampos,
cuando los meses de julio hundían a garrotazos
los cielos ultramarinos en los ardientes embudos;

Yo que temblaba oyendo gemir a cincuenta leguas
el celo de los Behemots y los Maelstroms espesos,
hilador eterno de las azules inmovilidades,
¡añoro la Europa de los viejos parapetos!

¡He visto archipiélagos siderales e islas
cuyos cielos delirantes están abiertos al viajero!
¿Es en estas noches sin fondo donde duermes y te exilias,
oh millón de pájaros de oro, oh futuro vigor?

¡Pero, en verdad, lloré demasiado! Las Albas son desoladoras.
Toda luna es atroz y todo sol amargo:
el acre amor me llenó los torpores embriagantes.
¡Oh, que mi quilla estalle! ¡Que me hunda en el mar!

Si algún agua deseo de Europa es la charca
negra y fría donde, hacia el crepúsculo embalsamado,
un niño, en cuclillas, lleno de tristezas, suelta
un barco frágil como una mariposa de mayo.

Ya no puedo, ¡ay olas!, bañado como estoy por vuestra languidez,
seguir la estela de los cargueros de algodón
ni atravesar el orgullo de las banderas y los gallardetes
ni remar bajo los ojos horribles de los pontones.

Si me vieras

SI el me viera atardeciendo
Con esa hoja entre los ojos
cayendo tal cual la sombra de un abismo

sería un sueño de voces muertas.
nunca contruirías el dique del diluvio.
volarías sin espanto por mis nombres
improvisarías el mundo
!serías la madre de todos los aciertos!
serías un claro entre los claros que te zurcan

y sin voz ni vela te anclarían a la peste.
Morirías sin voz ni noche.
sin abismo y sin bravura
serías un emancipador de ruiseñores
un retoño santo de la melancolía
un quemado más entre las huestes del infierno.

Si extiendo mis palabras al soñador de nuestros lares
es por causa de la muerte
de la fugacidad de los pecados
por todo un mundo que se cansa de pensar
y por todo un hombre que se cansa de observarme
no soy mas que la noche
la eterna noche de los ciegos transparentes.

Si el me viera atardeciendo...
¿quién sería atardecer?

lunes, 20 de noviembre de 2006

Cuento para antes de dormir

Cuento para antes de dormir.

Les contaré un cuento niños míos
Juegan en el regazo del tiempo deslustrado, prontos a expirar
Y Serán las últimas palabras.
Escuchen sin sentir la algarabía de las cosas.
Esperen sentados y quietitos mis retoños
Apacigüen sus almas y duerman en mi cuento,
Que así dormía yo hacía años,
Cuando no miraba los cosas,
Cuando esperaba a mi madre, la de los ojos cerrados.
¡Y que mirada tenía queridos amores!
Y su regazo, una mecedora equipada de lindos baúles
Toda la tierra entre sus brazos.
Toda el camino lleno de flores.
Y se fue como sus cuentos.
Partió algún día, entre las cubiertas
Escapó a mi vista, dejo los barcos y quemó a su niño
Lleno de pisadas y tesoros
Y no los podía ver!
¡No podía alcanzar su risa entre los campos!
Ahora cierro los ojos y no siento!
No te conozcas a ti mismo gritaban los oráculos perdidos!
Y que sabía yo de Grecia,
Solo hablaba de naciones ficticias, de ríos inventados.
De palabras gigantes y hombres pequeños.
Pero su amor corrompía los mapas, enjuiciaba la historia.
No sabía a quien creerle y ahora sólo tengo libros.
Pequeños suspiros de la muerte!
Y ahora ustedes, que se retuercen y se ríen con los murmullos d un hombre
Aprendan a clavar madres a las sillas.
Que se estrujen rebeldes y contentas
Y que soplen los sonidos de si mismas
Y que canten canciones antiguas,
Que sean y que no pretendan no serlo
Porqué así se buscan maravillas del cielo
Y mis queridos niños,
¡Ya no tendrán por quien dormir!

Despertar

Recuerdo tantas cosas que jamás han sucedido
El mismo ser se pregunta si el corazón se mece
O si la luz se atrofia de tanto colmar la noche.
Cuando la nube juega ha hacerse estrella sin saberse.
Cuando La proa está tan lejos
Y El tiesto que se mece antiguo sin pensar si la ola existe.
Se ha sentido a la marea y a los muertos que la rigen.
Sin embargo el sutil embate de la ola aclamó a su homologo perpetuo
Clamó a la suerte del soneto
A la elegía del vientre.
Al perdón de los altos estandartes
Y batió a mi nube.
Caí sin pisar mi manto
De la tierra y sin paracaídas.
A retomar el rumbo de mí bote sin espuelas.
Sin motor de vidente, sin bastón de jubilado.
Y sin alas ni rumor de pétalos
Escribí la sangre de los próximos suspiros.
Entibie mi cuerpo para el salto
Y caí sin mar ni marco en mi tumba de arrecifes.

Dormida

Atravesaste el campo
Corrías sin piernas desnuda hasta el fondo
Tu vientre abultado, los pechos alegres
La comida del ocaso botó sus hojas,
Caducas y muertas, en parajes oscuros.

Asechaste la muerte, la observaste tranquila
La calmaste en susurros sin nombre.
Se acostó cerrada y en fuerzas viva
Y explotó la noche a las orillas del mundo
Cubrió el tesoro con besos sagrados.
Y se fue el amor! Como el otoño que bota escombros.

Solo una mano cubriendo la noche
Solo tus ojos clavando su espalda
Cantaron el porvenir entonces

Con tus ojos rojos de vergüenza
Escuchaste el goteo de las puertas
¿Primera vez mi hada extraña?
¿El sol de abril no cubrió tus pechos
La lozana altivez de tu contorno es primavera?

Creíste que la campana de los campos sólo eran respuestas de domingo
Soy amor de caminos profundos
Soy tu sol de alas rotas!

Caminante de puerta y abismos
De clamor a nombre
De niña a niña
Con los ojos tapados de cercano soplo
Podré brotar la playa de tu barco
Sentir tu brisa
Y el cinto de las mujeres cautivas.

Y te entregaste como el canto de las aves al otoño
Como el amante a las estrellas rutilantes
Como el calor a los niños de la plaza
Como el muerto a las tierras indecibles.

Y yo sentado, viendo el rumbo de las hojas
Veo el soplo frió de tu espanto
El gran espanto
De las ciervas vírgenes.

Experimento Futurista

Los niños resueltos caminan
Cabizbajos en el cielo de zinc
Un paso, dos pasos, mil pasos hasta el montículo plateado.

Reabiertos en público, sin mirar hacia el frente,
Corriendo a su lado mil perros de nadie;
Alborotados siguiendo su instinto.
Instinto perdido del hombre.
Montículo que crece sin decir basta.

Espectro fugaz y de escarcha de hierro.
Aviones y niños caminan;
Un paso dos pasos mil pasos, hacia el montículo plateado
De zinc es el cielo.


Nubes atiborradas de luces,
Entre el cielo plateado se esconden:
Alumbran al sol en bandadas
Como pájaros mágicos.

Y ríen los siglos
Espectros plateados
Mil pasos, dos pasos, un paso.
Mi cielo de zinc.

Manchado de sangre celeste
Reabierto de pájaros muertos
Los niños parten a su entierro.
Un paso, no más pasos
Mil cielos de zinc.

Funeral

Invitado al funeral;
Enchaquetado hasta el fondo.
La sonrisa oculta y los dientes ausentes;
La cara del hombre recetaba angustia,
Con los ojos mustios de existencia

Contemplé su rostro abolido.
La pisada que marcaba sus huesos,
El espesor de su vientre descompuesto;
La chirriante luz vagaba por su espalda

Y lo vi niño queridos jueces
Acurrucado ausente de capucha grave
Lo vi en el mar de primavera
Rodeado de pájaros con hambre

Caminaba sin pecho, triste en los acantilados
El aterciopelado mundo indiferente
Fue causante de todos sus eclipses.
Y un maremoto rompió su espalda
¡Que estertor de naves muertas!

Y como el paso de un gigante
La rama dejó caer su fruto
Podrido por las ventiscas
Por el cuervo de su espada.
Era el último de los verdes racimos
Su pisada besó la tierra como labios.

Y la mano gélida aclaró la selva
Se abrió y murió entre el cuerpo y la hendidura
Se mostró entre los montes
Y fue una pena mis queridos jueces

Hubiesen visto esta mirada trastornada
El grito estéril de la viuda
Y esos niños que corrían por las plazas
Quedaron mudos al ver la gran herida.

Se abre la sesión mis queridos jueces
Este hombre es culpable,
Pregonadle a la libertad
Que fue su risa la que remeció sus ojos .

Garza

Garza
Un grito de alturas, venido del norte, entre bosque y lagunas, entre campo y almas.
El sol iluminó su manto y blanca desde su nombre hasta sus ojos, era rareza de vida en bandada.
No corras por los campos, déjate caer cual nieve eterna sobre tierra, y en un remolino de estacas, clava ahí tu vida, tus ojos, tu actitud de esfinge. Garza airosa y fugitiva, ladrona de vidas y huevos, hacedora de disparos y gritos, Tu cuerpo alza vuelos de siglos y la cruz que arman tus alas, es augurio de cambio, de atardecer y muerte.

Llegamos

LLEGAMOS

Soledad anclada de mares
Las heridas te surcan
El timón se vuelca en tus paredes.
¡Tus marineros se mueren!
El mar los abraza en un letargo
Sutil entre los lotos
Pálidos entre la gente pálida.
Sangrados de angustia
Hartados de amaneceres femeninos
¡Ermitaños de cubierta! ¡El sueño los marea!

¡Pájaro marino! El cielo regaló tu canto
O alma dormida
Quédate conmigo, no despiertes
Y formemos olas para siempre
¡Se olvidó la espuma!
una gaviota oscureció la noche
Roída de acantilados y caracolas.
¡Escuchar el murmullo de tu alma al poner oído en sus parajes!
¡Condicionas tu vida por una concha!
Sales del mar, del infinito, del horizonte llano!
¡Para surcar el “quizás” maldito de los barcos!
Porque quizás llagamos al abismo.
¡No veo espuma! ¡No son estas las corrientes!
¡Sólo el cormorán altivo y lúgubre esquiva las rocas hacia el sol!

Los atrevidos

Desperté escuchando,
Caían las gotas negras de finales tristes
La tinta atiborraba el paisaje de grandes combates
Y el punto final cerró la escena.

Despierten! Animales de mundo, el violín terminó su orquesta
Y que no olvidé sus oraciones
Que no despierte en su nocturno espanto,
Que cierre su puerta, hasta que el brillo otoñal despunte en día
No queremos saber de sus asuntos, de sus tonalidades vagas!
Somos pensadores de un circo de mascaras horribles.

Y terminó su orquesta, guarda sus cuerdas
Sufre hacia su cama, se desvela pensando
Y sin saber del angustiante calor de mí morada
Duerme apacible como el sol entre azucenas.

Y que más da! Es joven y limpio
Puro y sin remordimientos
Creado para ser y morir en años
En cambio, los esclavos, la peste de los muertos
Nosotros somos el fin del mundo

Atropellados de signos, creados entablar justicia textual.
Estrellados a las páginas, pensados por un dios de papel que rompe esquemas
Y nos rompe el alma de tanto cambio.
Somos una caverna oscura y gris de pensamientos!
Y el que mira las ventanas profundas,
Nos verá sonriendo, fanáticos del hacer y muertos de gloria.

Y el violín descansa pleno en la música del alma
Susurrando visiones llenas de olvido
Al amanecernos abrirá los ojos y correrá por su ruta un río de preguntas
Manejadas de antemano con la seductora puntuación
Ahí sabrán las hadas y las musas el fin caído por las manos de un artista
Pero seremos rápidos!
Cambiaremos la historia y nadie sabrá que fin conquistó la cima
Crueles batallas atronadoras y viles hazañas de ladrones y muertos
Y el violín de turno, llorará de rabia
Y no podrá dormir.

Manos

Alma mía, quien se mece?
Es tu corazón que alude mis palabras
O son las mías que tocan tu recuerdo
La última vez que fingimos saltar de pronto, acabamos tarde
La noche recordó tus ojos y se fue en picada
Ahora todo es oscuro y de pronto es nieve eterna
Y sin mirarnos, acercamos la faz de los suspiros
Escuchamos algo
Un murmullo de universos
Un designio que se alaba y se designa sin quebrarse
Y fuimos el ciclo de los cuerpos
Atardecimos juntos
Reabrimos el espacio del calor pasivo
Y después de tanto
La inútil mariposa revoloteó con sangre
Sangre nueva de verdad incomprensible
Y salimos todos
Juntos a danzar la gloria de los astros que nos miran
Y sin embargo
Sin saberlo, sin decirlo
Entrelazamos nuestras almas
Y nuestro pecho
Mecido por la sombra del silencio
Fue en si mismo melodía
Una cumbre del mismo corazón

Muerte

Muerte:

Ojos de niebla
Entre un mar de campanas
No volví a escuchar el viento
Y en la noche, como tus ojos, fui canción entre bandadas.

Pájaro de otoño
La cabeza y los hombros cansados, entraron por la rendija de mis sueños
Y la luna atravesada de sonidos
Miró tus alas, cercó tu nombre

Veleidoso y fugaz, encantamiento de horizontes y nubes
El trofeo se hundió entre tus aguas
Y tus nombres, se perdieron como piedra entre piedras, como noche entre infinitos
Como un sol entre tus manos

Una oscuridad reinante se elevó como un susurro
Desde el fondo, cayeron niños
Y un escorpión nos tapo la boca, entre cisnes de oro e incienso
Eran tus manos ciegas
Y un mendigo salvaje
Atascó mi sombra entre los dedos
Y volaste como un niño muerto a encontrarte con el manantial de escombros
Te habías ido, y la luz se apagó entre los barcos

Como un sueño que se acaba
El manto blanco de la aurora entornó mis ojos
Y tu cuerpo hecho de fuegos y ciénagas
Se hizo etéreo y flotó como un paso entre montañas.
Como reloj sagrado entre los tiempos
Como un segundo ahogado entre las rocas

Naturaleza muerta

Convencido de mi tribu
Volví grupas al silencio aterrador en los espinos.
Y vislumbre el rostro del vencedor
Hiriente y altanero, una cicatriz surcaba los rostros.
Y una lanza colgaba en ristre de sus sueños.

¡Qué petición de almas en este barrial de seda!
¿No es una cultura impregnada de lobos y amuletos?
¡Que se yo de los pueblos antiguos!
Muertos son entre el hierro de mis fraguas.
¡Qué dioses, que pueblo, que loco en llamas!
Ni los chamanes son de mi agrado
Yo vagabundo de mis tierras.

Trabajador indómito de los vergeles
Con zapatos caros y trajes de muerte
Soy anexo al orificio del destino
¡Que me cuiden los papeles los rentistas!

Regresaré peinado y aburrido
Como el pincel nuevo del artista
Se me antojarán los colores fuertes
¡Seré el picasso de los muertos realistas!

¡Que se yo del movimiento realista!
Son del mundo inspirado entre tus sueños
¿¡Que se piensa entre el calvario y el sepulcro!?
Naturaleza muerta entre letargos citadinos

Y el Yo se ha ido y un gusano acaricia la boca
Infante sutil de sedas juguetonas, ruboriza la piel con tu pisar de mariposa.
Que un pintor se esconde entre las salas del Louvre.
Pintando naturalezas muertas.

Para ti

Una esperanza de noches eternas se dibujó en tus ojos
Clavados en tu risa como un par de otoños
El tiempo recalcó tu instante de nupcias
Y fuiste mía como el sol de madrugada

Niña joven y esperanza
El linde de tus bosques surge como bandas
Y no fuimos marañas tristes
Colgamos la percha y vestimos la risa

Que canción de espectros alegras
Las sombras dan luz y el camino esta claro
Que reciente es el proceso
Ya son dos lunas de ternura

Y una flor aromó el silencio
Entre abrazos de inocencia
Buscó el jilguero su pareja en primavera

Una luz que se marchita sin pesar ni espanto
Como una musa que despide al héroe
Así cantamos la visión de las eternas

Como un barco que sangra en una noche de eclipses
Así cantamos, en la muerte
Juntos con un cascabel en la mano
Con una reluciente espada de amores verdes

Y se clavó en tu pecho
Se marchitó en heridas santas
Buscó el adiós con un beso
Y mis alcantarillas solo regalaron sangre.

Y que más puedo hacer
El arrullo de tus jardines
El campo se retuerce al verme solo
Quien podría clavar tan cruel espada
Amor de pobres hombres

La espada corta y hace heridas por siempre.
El daño crece donde mueren tus alas.
Podé tu risa como un avión en picada
Y no soy feliz en esta estancia
Donde todos los cuadros gritan tu nombre.

Por qué ríen?

Pero se abrió su pecho
Incrustando sus carnes
Y explotó la nuez
Y nació pulida y sola como el abrir y cerrar de las ideas

Se abrió en tormenta y nació tu valle
Rodeado de ríos y caminos
Y como el silbido de los ángeles
Cubrió tu risa como una manta a sus criados.

Y nos apretó con fuerza
Cayeron las razones por la borda inabordable
Se juntó tu tierra y prescindimos del todo.
Como el mustio reflejo de un precepto.

¡Que virtud del nombre!
Que asfixiante orgullo de raíces podridas
No cabe más que el reflejo del vidente
El que ríe y sueña con el ciego en todas partes.

Se tornó perfecto
Como el sonido que emana de los puentes
Las piedras van bordeando los caminos
Y reímos como barcos ausentes de las quebradas.

Cobijados y solos
Soñolientos hijos del mañana sin censura
Queríamos volar entre las mantas pagadas
Y fuimos sonetos limitados!
Libertados y únicos


Y la madre de todos
Esa que con su manta traviesa toca el sentido del paisaje
Ríe de si misma en una roca transparente
La bañan los ríos
Y una larva le corta la boca

Y reímos todos
Fue una anécdota digna del fin del mundo.

Preguntas de Libertad

Díganme caminantes del otoño
¿Qué puedo pensar en estas circunstancias?
Díganme extraviados del pueblo,
Contemplad la noche ciega, donde los amados se ungen.

Díganme pobres hombres
¿Que luz se ha vedado de sus casas
Que cartas han enviado?
¡Que deseos de ser sangre y volar por todo aquello!

Cuando se canto el último verso
¡Quién gritó Libertad ¡
Quiero su nombre y verlo muerto

¿Por qué no miran hacia las paredes tristes?
Bosquejos de hombres
No pensarán en olvidarme…
La libertad tendió su trampa y yo un ratón con mis preguntas.

Ahora soy libre entre las moras
Entre los juncos rebeldes
Como un faro que se apaga a mediodía

Hijos del anochecer respondedme
¡Sepultureros dadme una salida clandestina!
¿Qué hoyo anexo dibujaron sus cabezas?
Que sentido de cerrar bien la escotilla
Me dejaron sin aires de júbilo.

¿Qué pensó mi madre al saberse oculta
Que contestó el gusano huésped de sus tripas?
¡No existió tu madre mundo de odios,
Solo existe el infinito, esclavo de tus ciencias!

¿Porqué tierra de antojos,
Porque me escupes de tus senos
Me acurrucaste en falsa ternura
¡Quién pagó para hundirnos en tu rostro!

¡Quién vive en este barrial inmundo!
No seré el único cansado de tus fiestas
Pero no monté la rabia.
No pensé en cuidarte hasta el momento del eclipse.

¿Quién pidió explicaciones?
Qué interrogantes siembra un niño en la ventana?
¿Porque miras al horizonte?
¡Si estoy debajo sin respuestas!


En un ataúd roto por el hambre de no ser
Abolido por mi mismo y la victoria de los astros
Vengo de ninguna parte, de un lugar ficticio
Solo veo sombras ¡y Platón no llega!
Nada ocurre si proviene del ocaso.

Que ser? (pequeño castigo)

¿Qué ser?

El pastor desperdiga a sus ovejas esperando el nuevo cielo.
Y nosotros los poetas buscamos un abismo;
Al encontrarlo olvidamos su nombre,
El pesado engranaje de sus mantos,
El problema real de sus aciertos.
Lo miramos hasta el fondo;
Nos desvestimos en ellos.
Los hacemos nuestros, proclamamos victoria.
Estampamos banderas en todas partes.
¡Y ningún lugar es nuestro!
¿Y qué importa el sentido de las hojas?
El imperfecto aire que sepulta nuestros ojos.
¡Cuanto vale la copa de un árbol!
Que región divinizada.
¡Ni las buhardillas nos sostienen!
¡Glotones de mundo!
¡Engullidores de pájaros y bestias!
Ni si quiera el sueño tiende a nuestras manos.
Y el pordiosero que llena la noche de insultos
Ojea nuestras almas y conduce nuestros pasos
Y en la escalera que reducen las mañanas
Se avientan direcciones.
Falsa retórica inspeccionada por los sabios,
Quieres esperar el momento en que sus ojos se jactan
Y explanar sus campos y cerros, exponer ideas sin límite
Dejar que la vida se llene de barro
Solo tienes ojos para tu muerte.
Inacabada y distante
Enumerada sin signos, sin bosques de fruta
Y el silencio aterrador produce grietas
Suntuosas grietas que cambian héroes,
Por poetas del fin de mundo.
Estrechados de angustia, doloroso pasajero en transe de ciegos.
¡Abre los ojos del dorado y simple atardecer,
Desvela al sol y cambia.
¡Por favor no sueñes más!

Realidad

Entonces en las lejanías
En los pasos de ultramar
En ese mediodía negro
La partida de tus alas producirá un estandarte
Y las pisadas de tus cascos volaran de nombre a sombra
A gris olvido subterráneo

manchaste el espacio
Obsoleta de mentiras y frases
De ocio, de venganza deshecha
Somos pisadas largas en un peldaño de tu abismo
Se recogió y murió la aurora
Para que el camaleón se prepare y se apee del caballo

Se abrió la escena
Y un hombre vestido de niño aparece a cortar el cielo
Renació la negra mañana
Y volvió a contemplarnos niños
Y recordamos su rostro
Brotado de rejas
De espaciosa ausencia
Mi Niña curiosa que busca
Para contar la sangre
Como un silabario que se pierde en las tierras sin semilla

Despierta arrebol dormido
Y respira el aire de verdades
Como si el último suspiro fuera,
Como un cielo mixto arrollado por los autos
Como una ola arrancada de la tierra

La realidad se muere
No seré la bala que atraviese sus ojos
No serán los tuyos quienes juzguen su amorío
Ni ese caballo de estaño que surca la tristeza como un barco
Que busquen la verdad bajo una silla.

Reencuentro

Reencuentro.

Volví los ojos, estabas sentida en ti misma
Escondiendo tus ojos claros
Perdida en el silencio de los árboles
¡Oscura tenaza que acampa tu alma!
Debería romper tu cráneo de ideas lógicas
Ofrecerlo al sol que inunda mis manos
¡Para así rescatar tu risa en el momento justo!
Con una recompensa de días y días sentado
Observando mis preguntas como un paisaje

Y revivirte desterrada del mundo.
Contemplar el río, la montaña, el pequeño suspiro de las hojas
El amarillo de los días.
Los ojos que plagan el firmamento, tu nombre escrito en todas partes!
Esconder los faroles, quedarnos a oscuras.
Esperar la mañana y morir con ella.
Para escalar tú brisa, esperar las flores del otoño.

Corregir el rumbo y seguir las estrellas de tu propio corazón.
¡Ya no existe la Osa Mayor! Solo cambian sus sonidos.
Los pájaros miran el crujir travieso de la cama y se esconden.
Ya no hay estrellas alma mía.
Sólo café añorante, semanas inútiles sin playa.

Y morir viejos
Esperar el despertar frío de tu cuerpo
¡Jubilar de amor! Esperanzar tu rostro con flores nuevas.
Llenarte de himnos, discursos agradables
Apagar la luz de los ríos.
Sentir la mañana entre los campos
Aprendiendo a dejar huellas en la noche.

Remolinos en la playa

Y sus ojitos, límpidos tras el sol de otoño
Migraron hacia otros universos
Y la sideral alegría que me volcaba hacia las ventanas
Se extinguió como el cometa,
Como si sólo un parpadeo nos hubiera ocultado su figura.

Así eras hasta que partiste en el abanico de tus decisiones.
Así te veo caminar por la calle, a encontrar el cielo.
Buscaste el sol de las mañanas y en la playa jugamos y reímos en otro cuento.
En otra arena, en otra vida.

Pero ahora después del parpadeo
Somos niños nuevos jugando con el agua de tus ojos,
Arremolinada murmurando olas que no son más que anhelos furtivos.

¡Nunca supe distinguir el vuelo de las aves,
El albatros se desplaza demasiado lento!
Al baile de una pistola se deshace a nuestros ojos.

Y el muro impenetrable de sus alas hace volar las flechas de esperanza entre la espuma.
Y tú con tus pies descalzos, con los tobillos claros, manchaste de cielo las mañana
Para colar en tus gritos mil muestras de afecto.
Eras mi ninfa, la más querida, la que ya no existe.

Y reunimos la tierra, parpadeamos y quedamos solos
Como el letargo de los astros infinitos.
Indiferentes y duraderos en la agonía del sol
Divirtió nuestras risas, hinchó nuestros corazones
De falsa libertad.

Renuncio

Como la mariposa que anida el silencio
Volaré sin fin entre mis alas
Llenándome de vuelo inmóvil
Rompiendo la cadena de alegría
Para sumirme en el preciso aliento en donde todo se recuerda
¡Estoy solo y corrido del mapa!
Acertando al infinito sin mirar el constante embate del presente.
En una irrealidad de fantasmas
Y tengo el pelo suelto.

Raído por el sarcasmo
Ya no tuve las luces y mi barco se hunde
Arrugada cual carta indeseada
Transformado en un reptil de tranque.

Fusil pegado a la osamenta
Espero terminar el alcohol que me hace falta
¡Ya no Quero agonías, el suplicio me entierra!
El disco de siempre toca la vida…
Y el clamor de la hueste espera sentada
¡Pide carne de hombre para saciar sus deudas!

NO tengo tiempo para limitar el tiempo
No es el suspenso que depara el mundo
Todos saben que harán mañana
Es un recuerdo de lo que serán siempre

EL arcabuz golpea mi pecho
El colibrí se hunde, prisionero de ser libre
No escapará tan fácilmente
Solo es un hilo que se cuelga de una rama

Mira el color de las hojas
Amarillas en un campo reseco
Escúpete a ti mismo
Sonríe al cielo y rompe tu contrato
Se abre la sesión de los desvalídos
Y soy el imputado de la tarde

Renuncio

Como la mariposa que anida el silencio
Volaré sin fin entre mis alas
Llenándome de vuelo inmóvil
Rompiendo la cadena de alegría
Para sumirme en el preciso aliento en donde todo se recuerda
¡Estoy solo y corrido del mapa!
Acertando al infinito sin mirar el constante embate del presente.
En una irrealidad de fantasmas
Y tengo el pelo suelto.

Raído por el sarcasmo
Ya no tuve las luces y mi barco se hunde
Arrugada cual carta indeseada
Transformado en un reptil de tranque.

Fusil pegado a la osamenta
Espero terminar el alcohol que me hace falta
¡Ya no Quero agonías, el suplicio me entierra!
El disco de siempre toca la vida…
Y el clamor de la hueste espera sentada
¡Pide carne de hombre para saciar sus deudas!

NO tengo tiempo para limitar el tiempo
No es el suspenso que depara el mundo
Todos saben que harán mañana
Es un recuerdo de lo que serán siempre

EL arcabuz golpea mi pecho
El colibrí se hunde, prisionero de ser libre
No escapará tan fácilmente
Solo es un hilo que se cuelga de una rama

Mira el color de las hojas
Amarillas en un campo reseco
Escúpete a ti mismo
Sonríe al cielo y rompe tu contrato
Se abre la sesión de los desvalídos
Y soy el imputado de la tarde

Revolución

Revolución

Ese reproche inalcanzable, eres melodía,
Un acorde de guitarra trastornado por el viento que corre entre las puertas, las ventanas, nuestra vida.
La soledad de un siglo de escenas,
Ese mar embravecido y aplastado por un muro de fusiles,
Por un gentío horrorizado por la belleza de las cosas
Y el estandarte cayó en la oscuridad de dos soles, Y llegaron ellos.

Con un grito impecable, en su inflexible manto coloreó las ventanas
Y recordó entre notas al que muere entre el amanecer y el mediodía.
Y ese campo, recuerdo de tulipanes y amapolas,
Ningún copihue, ninguna tenca improvisando el mundo.
Eran sólo hombres, nacido y criados entre una revolución de espinas, recordando el gusto de ser libres.
Bandera enarbolada, crea tu viento y nace,
arroja el esfuerzo y vive entre los hombres emancipados,
No dejes que una bala te tiña de rojo.

Sol

Como
Clama el otoño entre los
techos sin lumbre. Se escucha el hálito
del tiempo, del carbol extinto de la tierra. El
hollín se cuela entre los llantos anclados por el
viento, y una maraña de pasos se acercó a tu ventana.
Abrió tu corazón de pobre; Y en un segundo de agonía te
apagó para siempre. Batahola de muerte, exclamación,
mensaje profundo. En tu trono de madera se abrirá la sombra.
Para adorar al mundo y regalar el canto de tu alma. Regalo
del cielo en forma de trampa la soledad de lar te busca entre el
boreal y gélido soplo. Que nos duerme en un espasmo de
ternura. Que nos deja solos en un colchón iluminado. Por el
vientre de tu incansable palpitar. Y mueres como el niño que
fuiste o la niña más sagrada de la casa para recrearte en
los ojos de ti misma para aguardar los siglos del hombre.
Y renacer. Entre los niños sin sangre, entre las
Sombras perdidas que buscan santos el mártir
del ocaso se ve la cara entre las nubes
Sangrando vida entre las
espinas.

Suspiro

¡Cataclismos!
Sobran las putas inmundas de las callejuelas
El aire viciado se acongoja
Y no queda un terrible corazón que vuelva todo oscuro
¡Que razón de ser, qué visión de estrellas!
Caídos al pozo, constelación de enfermos
Con cuarentena zodiacal.

Mezquinos y perros
¿No ven al avión que cae sobre el campo
Y la aturdida hueste que alumbra el silencio?
¡No sabrán quien golpeó su caso! que trampa más amable…

Ratas, víboras, engendros de nuestro cielo
Perdidos en un tumulto de cuerpos,
Pinten la mañana y mueran en sus pinceles
Pero déjenme a mí, sobrado de angustia
¡Poder ver el sol!

Cobardes y hombres
Son el mismo redil de ancianos belicosos
¡No terminarán la torre! Serán analfabetas con mil regazos.
¡Adiós esclavos del otoño
Cúbranse de mantos sagrados
Pero no terminen la copa fértil
Serán muy pocos los que canten!

Retiraos de mi cuarto maraña de ciegos
No estoy enfermo.
¡Y ustedes son carne muerta!

Teatro

El teatro esta detrás de las paredes
Se esconde y fluye en un delirio!
Y al abrirse por sus comisuras rojas
Se ve al Sol vestido de hombre sin los rayos
Sumergidos en un guión de pena.

Atravesado de ojos
Mirando el oscuro verso de las butacas
Sintiendo el despertar reinante de sus mantos
Los colores bermejos de su explosión solitaria.

Y se creó el susurro de sus hojas contra el cuerpo
La memoria cae
Y el sentimiento esconde la figura de los campos
Reinantes aromos de fuerza calida
El sentido de sus voces contrae el cielo
Y ahí parado entre las tablas mortecinas
Esta el hombre disfrazado de milagros.

¿Y que dijo Shakespeare, que aromó su boca?
¿Que delirio escrito sentenció su alma
Que trastorno de luces iluminó su manto
Que expresión de muerte sugirió su calavera?

Bufón de circo!
Tus palabras de plata son historia
El camino de tus pasos está anclado
En los balcones rasos de tu cielo

Y si entonces el bosque estaba oculto
Con enredaderas locas y barcos sangrados
Te olvidaste poeta de tus actos
Y una maldición de trascendencia trastornó tu vida
Y Julieta fue de todos, Y el Sol amargo en si mismo
Se hundió en su propio llanto.

V

V:


Fino encanto de alas.
Tu superficie está escondida por un susurro, perdido entre los días y el campo.
Mientras el fondo decae sobre la niebla.

Una rosa de vientos, una ola perdida,
Que entre senderos sin huellas, queda intacta entre la raíz y el cielo.

Y al fondo, en tu centro
La sangre del amanecer fluye y se nombra, para explotar en capullos de vida.
Para moldear tu frente
Y situar en el más alto una bandera digna del barco de Zeus.

Divino barco de ramas y flores.
Eres el sol disfrazado entre pliegues y hojas.
Galopante noche de combates y troncos.
Figura altiva, el gigante nocturno.

VII

VII

Una palabra, un secreto escondido en cinco letras,
Un barco sin tripulantes que encalla en las mañanas de siempre.

Abrió la boca y de su sangre fluyeron revoluciones y banderas,
Abrió mi sangre y escribió ahí un estandarte de preguntas.
Y me mostró sus ojos

Y vi la plenitud del mundo entre un sin fin de cuentos,
Olvidé mi nombre y me convertí en tierra de ese jardín interminable
En donde la flor y el sol se juntan en relaciones de energía.

Y la luna que albergó la mañana,
Cerró los ojos del sismo y se aferro a tu vientre
León de soles y amapolas.
Triste sueño de cortes transversales
Que huye entre la selva arrulladora
Para que una cuna nos cierre las manos

Y lejos, en el acabar del sueño
Renació una pena,
Y en el acabar del mundo
Se encontró la madre mirado al cuervo
Y tu canción se torno azulada.

Lentamente entre las seis letras del destino
Se encerró tu espacio
Y volvimos a ser niños arrullando muñecas de silencio

Vuelve

Un jardín de los últimos días se dibujó en la niebla
Escondidos los pájaros de siempre
Ocultaron la sombría capa
Y fuimos uno querida mía.
Volamos juntos como pájaros de otoño.
Y fue la esperanza del último sueño.

Crecieron las flores,
Avanzaron monumentos anclados
Escucharon mi respuesta
Cerraron la puerta de su tierra inmóvil!
Fueron buscadoras de santos
Esculpieron la faz
Y se murieron riendo!
Con la risa de los árboles

Y nos vieron juntos espantando cometas
Seduciendo pájaros
Oscureciendo el infinito “jamás” que borró la vida
Abrazando el sonido tenue de un amanecer preñado
Esperando el fin del mundo.
Y una golondrina alzó su vuelo

Nos miró sin pena, espantó el crepúsculo
Y solitaria abrazó sus alas
Muertas insignias grises
Y El amor se hundió en los ríos !

Y sumergiste el llanto en las aguas claras
Lo encontraste?
Sentiste el pecho ausente
Fuiste mía ¡recuerda el abrazo, los jardines mis versos junto a un árbol
Revive y sueña con la muerte
Y espérame hojarasca de perdones
Que la golondrina vuelve y el perdón se nubla
En ti están los soñadores.
Están las palabras de un fuego que rompió tus brazos
Está el jardín florido, la patria nueva.
EL gran despertar.

X

Un rito de sangre,
La negra aurora del martirio oscureció la noche.
Procuradores del sino,
Amantes del vuelo de lo pájaros
De las entrañas reveladoras.

El mirlo otoñal rompió la lluvia y voló en si mismo
Para sacar la esquirla
Ahuyentar la escarcha
Erradicar la aurora
Ínfimas y exiguas

No contemplan
¿No ves las hojas del trigo?
Delimitadas y tristes
¿Ves el vuelo del ave
Que se anida en tu pecho?
Libertado y solo
Esclavo del viento
Tendido en sus alas
Como el olvido mismo
Encontrándose en el trino
Y en el gorjeo inútil del que vuela
¿Porque serán tus alas las del cisne?
¿Cuando podrías volar de gorrión en gorrión hasta tu casa?
Para esconder tu sangre, y sanar

XIII

Arrebato de Ángeles caídos,
En tu ventana se levanta el aire de las madrugadas.
El ser despierta,
Arropado en sus cavidades llenas de tesoros,
Volando en su itinerario abundante,
Estático y solo en la penumbra existente.
No ha salido el sol rampante

Segregado de nupcias y de acabar de siglos,
Una ebúrnea silueta se aclaró en su rostro.
Se dibuja en su calma un dolor de vida,
Una vacilación de fuerzas extraviadas del espacio.
Y negros fueron sus ojos
Arremolinado su crepúsculo de boca.
Relamido estandarte que surge entre la amabilidad del campo,
Represalia de mujeres y sombras

Roedora de libros antiguos,
Soliloquio pasivo, que refrena el mundano hado que cierna la cabeza en nuestras cosas,
En nuestras insinuaciones rebeldes,
En la condición de amantes.
Y sale el cometa en picada a arrebatar el sueño
Distinguido y pardo
Entre las ciénagas silenciosas,
Entre el verde claro de tus galpones de estruendo.

Y el relámpago que iluminó el silencio, conservó la llamarada de tus pasos
En justa medida perdidos por los míos.
Y todo fue sangre y pérfidas uniones,
Visiones sucias y espejos rayados.
Y una mano macabra nos tapo los ojos;
Y la embriaguez del sentido se hizo clave.
Fue la luna nuestra única salida

Y nos vimos en ella,
Viendo el paso del montes disfrazados de estrellas;
El camino de las almas
Y el velado sistema de tus besos.
Todo Corriendo raudo por el amanecer constante,
Por la inmensidad fatal del firmamento,
Por la batahola del siglo
Que se pierde en las horas que hay en casa.

XI

La soledad se entristece
La poesía te mira y nace entre el crepúsculo furioso que dejan tus pliegos
No eres más de lo que quieres ser
No eres menos de lo que amanece entre tus ojos
Y el silencio que dejaste entre la puerta, con el dintel dormido y entreabierto
Es la condición del hombre que asecha su entrada
Triunfal entre las maderas pulidas.
Son Las montañas erigidas
El sol inventado
La similitud de las palabras
El origen de los astros, la calma que se esconde en los conejos
Y el tiempo
Las hadas
¡El sol!
¡El sol!
Tus manos
Todo es simple
Infinito y nuestro

No puedes contar tu suerte si no existes
No puedes explotar en mil pedazos si no caes por la noche entre las hojas
Entre olas que caen al mar
Para nacer de nuevo
Para dejar su retraso en filamentos
No adornes tu encuentro
Que una estrella errada no viaja por tus sueños
Sueña con los míos
Revelando el tiempo a las multitudes
Suave entre los asteroides.

XIV

Y esa brisa que cae por los desfiladeros de otoño
Ese refrán de insultos y profecías
Que trastornaron al viento inusitado de tus ojos
Es la vergüenza de los astros a lo lejos…
Canallas mundanos,
Pestañas sueltas que se cierran cuando la noche se entromete en los caminos,
Cuando la nebulosa halada nos corrompe y hace sangre;
Entre esos campos donde solo habitan cruces,
Ahí serán las sombras las presentes.

Por el caudal maldito de los actos
La luz que se viste en nuestro rostro
Se hace cadáver entre los cielos límpidos.
Se hace ausencia en un instante
Y refriega natural en un segundo;
Se hace inexplicable para siempre.

Mil mentiras elevadas a los ojos
Y el terror del ser se nos avienta, como un recuerdo de pastizales inmensos.
Como una luz tapada con las manos,
Como el destino que nos expulsa de su cuento.

Y en las alas de ese animal mezquino
Que se eleva dejándonos a oscuras,
Que oculta lo diáfano del sentido
Para correr brutal por los aires y sortear la poesía como un universo que se expande

Y esos edificios de acuarela
Y esas carteras afiladas;
Entre los mantos de silencio ya te muestras,
Como el sentido que me vuelve del abismo
Para caer de nuevo entre los rastros parisinos.

¡Quiero volar y ser yo el que se hunda!
¡Quero gritar entre los campos verde perla!
¡Quiero sentir la esencia del suspenso!
Quiero gritar por las nuevas melodías…

Y al despertar de este asilo duradero
Voy a llover como un amargo vino antiguo
Para ahuyentar las salidas del ocaso,
Entre los árboles que se mueren.

XV

Perdimos la luna
Entre los pasos que dan lugar al firmamento,
- ¿Dónde?
Entre la belleza de los campos,
La algarabía de los civiles nos hizo perder el norte
Y sucumbimos entre los ruidos de la risa.

La noche oscura como nunca antes en los cielos inmensos,
La borrosa figura del ocaso como un sueño antiguo,
La barbarie de los montes y el tono de crimen que daban mis ojos,
Sentía el peso de la culpa en todo el cuerpo.
Y sin embargo yo no tenía ni un atisbo de su encuentro,
No recordaba su nombre,
No eran esos mis tesoros.

El abismo dejó la noche.
Fue definitivo,
Pero no logré prender mi muerte,
No estampé en sus alas el recuerdo de un sueño.
¡¡Una exclamación haría chispa!!
Y tan cansado estaba el aire para hace combustión con mis pesares…
Ninguna piedra salida en los suburbios,
Si no hay aire para correr hacia tus brazos
Se nos va el corazón de los caminos.

Y la tierra emanaba despedidas, como un recuerdo que se extinguía hasta callarse
¿Y donde quedó la nubia que acicalaba nuestro pelo?
¿Y esos cráteres destemplados?
¡Serán de aquellos que quisieron tocar el cielo!
Manchados de otoños y hojas
El rey herido muere en los caminos.

De hojalata serán las recompensas
Todo un claustro de verdades
Extrañas al señor de los abismos.
Sombras que se nutren de semillas
Desviadas por el sol injusto.
Se torcerán sin ver la hembra pálida.
Se engendrarán en una tierra sin madre:
Sólo porque no la encontraste
Viajero de noches vacías.

XVII

Vulgar encantamiento de hadas,
Perpetradas del tiempo y el ocaso de los malditos.
Forzaron el universo con los dedos,
Dejaron sus marcas de cuarteles y piedras.
¡Se escuchaba la trompeta en todas partes!
Y no corrieron a escudarse como niños, eran suaves como alfombras de aguanieve
Y así se fueron niños a la tumba.
Con su juguete de siglos contra el pecho
Con su sueño derruido,
Hechos ceniza joven sobre las montañas.
¡Y un grito destemplado de los montes nos hizo callar como escuchando!
Como si el tiempo quedará en su trastorno,
Sin que huyeran los detalles del segundo.
Y entrabaron la mañana como un salto,
Tocado entre una llama hecha de fiestas,
Se endiablaron y consumieron rosas,
Aclamando al que vendría entre los sacos.

¡Triste infortunio del sagrado movimiento!
¡Desaparece el sol de las mañanas!
Y nadie sabe donde esconden a los muertos,
Nadie sabe que semilla planta el campo
Y los caballos corren raudos sin jinetes.

Seguirán de barro los hornos,
Y el pan de la fría niebla se extinguirá de pronto,
Y sin embargo sigo vedado de los hombres,
Que murieron esperando un cielo nuevo.

¡Renació el celeste infierno!
Escalinata de paredes oblongas,
Un misterio se escondió entre tus entradas.
Nadie sabe hasta que punto subes,
Y hasta que punto rompes,
Solo acallas los susurros del silencio.
Como una garra atronadora de cadáveres.

XX

Y la vi de lejos
Rauda entre el campo y el cielo.
Matando niños, abriendo rejas entre los pastizales;
Conduciéndome hacia el centro.

Ahí tendido entre las moras, arañado del paisaje.
Descifrando el antiguo régimen, la cariñosa amalgama de perdones.
Y te vi extendida, cual tu rostro en las paredes, diseminada en ti misma, disuelta como alquitrán en agua dulce.
Muerta y aterciopelada.

Profanada como el tumulto.
Ahí donde murieron mis parientes.
Mirando el hueso de sus huesos;
¡Como si el tumor no fuera siempre!
Como si los ojos despertasen
Y mientras el río silba
El campo pasa y nos deja huellas
Manchadas con trigos dulces.

¿Y de qué sirve?
Logramos volver al sol donde merece:
Sin descansar lo enterramos bermejo y pálido.

Y ella entre las tardes de inútil verano
Carga la noche de finezas, de carnavales sacros.
Retira el suspenso de los túneles.

¡Húndete barco sagrado!
Retira el peso de tus hombros malditos
¡Que osadía de sangre dejarme solo!
Intentaron sacar al mundo del mundo
Y dejar la herida sin llagas.
Como si la batalla continuase al verte ahí profana sobre la tierra
Con los ojos vacíos, sin la carne autografiada de suplicios.

¡Muerte al Leviatán que asoló el mundo!
¡Mitología!
Devuelvan el sentido al horizonte
Y Que el mar se hunda.
Para gritar contigo:
¡Que es lo que llamas libertad sarcófago mudo!

XXI

Imaginario exánime
Tus barbas plateadas hacen sombra
Y la luz atronadora de tus barcos
Corresponde el sutil embate de tus pensamientos.

Y la loca de plástico sube a tu boca
Se crispa bermeja
Como el estaño en tu frente.
Brava cordillera de injusto rocío.

¡Y caíste en tus pies como un orgullo!
En tus tobillos blancos
Con los ojos muertos de tierra
De pisadas profundas.

Y las hojas caídas voltearon el sol
Miraste en tus sueños la gracia del campo
Los aromos heridos, las loicas hinchadas
En un cuestionable amanecer.

Y tus cabellos flojos
Al levantarse, teñidos de fustes
Enfundados de estío
Así nos vimos mis viejos espantos.

Tus ojos azules
La caverna abierta, los pasos tiernos
Te diste en la huída de los candados
Que antes de abrirse, ocultan el sol.

¡Y corriste niño!
Ensuciaste tu capa
El manto olvidó tu cultura
Y reímos muertos, sin perdón del agua.

Viejos de entonces ahora entiendo sus miradas
Ahora entiendo las campanas solemnes
El confesionario esta abierto
Pidan perdón OH soñadores.

XXII

Caen las hojas pálidas.
El viento mueve el suelo
¡Son verdes llamadas!
El invierno las trae al rostro
Y de sus dilatadas y tétricas pupilas
Lloran niños de incansables vacaciones.

Y que esperan las verdes nubes a salir a mi encuentro
No es el sol de mediodía pasajero?
No está la luz disfrazada en sus cuarteles
¡Que me investiguen
No tengo nada de sus hojas extraviadas!
En ellas esconden a las diosas aterrantes
La pérfida unión de un mal con otros tantos.

Sucumbirás trivial acento
Que tus palabras ya no colman más tu vida
Serás de ti y de nadie
Una bifurcación cualquiera
Desde un bosque hasta mis flores.

Y que va! Sus zapatos ya no tienen suela
El camino esta hundido en los pasos
Y los que algún día decidieron correr su boca
Ahora la atraen para cansar sus lenguas con sediento apremio

Y no son ellos los mendigos
No son sus colas refinadas almas?
Son ladrones Es la escarcha más mundana de tu frío
Que hacer con ellos o espanto de mi espanto!
Bordearlos, inacabarlos? Sentir su pecho transparente?
Cansarlos hasta desfallecer?

Escritas o mudas
El destello unánime de mi pluma nunca tocará su suerte
Y la venidera aurora de los tiempos
Estará sellada por la ausencia de mis pruebas

¡Un indicio que pruebe que no miento
Estoy herido y tan cansado!
Muerto de dudas y expresiones inhumanas
Siento al loco que se escapa de un santuario!

Quiero gritar y soldar así mí grito
Para así roer en cambio porvenires
De rostro pálido y hojas muertas!

Y si fuera barco encarnado en las entrañas
De este divino mar que me sucumbe a bateolas!
Así supongo serán las negras oraciones
Y si mentimos! Si cortamos de raíz el pensamiento
Volar desnucado por las líneas del fracaso!
¡Así sintió tu mano cuando no tocó la mía!

XXIII

¡Qué vergüenza! Confundir el sol con tus manos,
Tal vez pensé demasiado pronto.
Miré la escarcha de mi barco
¡Y rompí el espacio de tu cuerpo!

Mareas dispares ahuyentadas por tu risa
¿Qué solucionó la calle?
Un brillo de sangre ablandó la tierra
Con un acento de cama que duele tanto.

Rompí la luz en tu cuerpo
Salté rápido, límpido quizás sagrado
Por tu vientre henchido
Y de carbón ausente fueron las miradas encumbradas sobre el verdadero sol.

Aborto

Una risotada fantástica,
¡Qué revelación de niños
El amor es de nadie
El campo sagrado de los versos habla de mentiras!

¿Quién olvidó el momento de las almas
Quién recibió el asalto más profundo?
No fuimos los de entonces,
Nunca fuimos los primeros.

¡Y que esperas para renacer con vida!
Para crepitar en tu espanto colectivo.
Los pasos que van al cielo no son nuestros
Son de otros, infinitos pasos.

Calamidades futuras
Me veo vacío de inquietudes
Araño el pasaje eterno.
¡Y no soy niño, no soy niño!

¡Pregúntenme antes de volar
Sean honestos animales de ciénaga!:
¿Seré el corcel maniatado entre las zanjas?


Por favor, ¡me muero! Y no es un juego.
¿No tengo la razón?
¡Barcos sin rumbo rescatadme!
Soy buena paga para los ratones.

Marineros de mares congelados, sostenedme,
No contaré vuestros dientes marchitos
OH millón de muertos
Abrid la tierra
Que un ahogado más se hunde en sus abrazos.

Adios

Y te vi fugaz
Abarrotada de nubes y silencios
Como un pájaro escondido entre las manos
Eras dorada
Llameante como enero

Te amé bendita y calma
Entre los labios del norte
Septentrional estrella de caminos anclados.

Con los pasos abiertos, la tez franca
La revelación ausente, todo un misterio en tu risa frágil
Todo un comienzo en tus medialunas
Y En un suspiro terminó tu noche

Y fuiste mía amorosa de los valles
Fuiste frágil como el otoño y reabriste hojas.
Hablaste ingles de amores profundos

Toda una inglesa
Una musa blanca en una campanada
Tus repiques de gozo, el clamor de tus afrentas
La escaramuza aireada de tus pechos calcinantes.

Y terminó el encanto
En la altura de un sepulcro
Iluminado de besos y versos
Y Barcos anclados
El pájaro vuela y se esconde
Entre los árboles amorosos
Y un beso, para borrarlos.
En tu sur estéril de preguntas elocuentes.

Adiós mi querida ausencia
El rostro de tus soplos quedará guardado
Entre los árboles exánimes.
.

Ahogada

Ahogada.

Calma, sólo es mar abierto entre hojas de niebla
Sólo es mar abierto,
Como una nube que arrebata la noche
Entre un lago vacío que no es valle pasó esa pelota de estambre
Pasó el gato que dejó caer su felicidad entre las aguas.

Calma, se ha cerrado el mar entre canciones
Que sólo lloran ante la espuma.
Se ha hundido el barco y no verás al sol entre las cruces.

Y en eso, recordarás las primaveras como un viento
Verás espuma, y a un jinete que se arremolina en nuestro barco,
En su caballo blanco por la soledad crepuscular

Estas gaviotas negras traen mensajes,
Que nacen y mueren en las profundidades del sol.

Añoranzas:

Añoranzas

Dime tierra negra
¿Cuántos ojos se han posado en tu figura?
¿Cuántos cuerpos han caído?
¿Cuáles son tus piedras favoritas?

¿Acaso no vez la agonía de mis alas?
Recuéstate cual larga es tu memoria
Y recuerda con tus ojos de fauno la ligereza de los olmos,
Las estacas sobre tus pestañas, la paz marchita

Tierra oscura, llena de incendios y humo
Revuelta de escombros y huesos
Recuéstate con los ojos claros
Y recita la poesía del viento
Y en las aguas que duran mil años
Clava ahí tu sed de mujer y canta

ärbol

Fuera entre tus ojos La soledad del tiempo se extravía
Como un rostro que se corta entre las manos
Relamiendo el sentido de tu alma
Contemplando la finura de tus alas
Y nacieron ellos
Espigas sin cuerpo
Corrientes invisibles del silencio
Recortando los años circulares
Perdiendo el momento en un destello
Y así
Caímos
Cantamos
Soñamos
En
Sombras
Pero
Contigo.

Berlín

Berlín.

Un rió de calaveras inundó la sangre.
Una revolución de la tierra entre crepúsculos,
La noche de tus ojos tornó universos
Y todos fuimos mañana, muertos en la lluvia.

Nos caímos en un pozo de preguntas
La salida enarbolada en la bandera,
¿Salir en un tropel de sangre?
Es partir la estaca clara de la tierra.

Y entre la sombra de los árboles extintos
Volamos alto como aviones de guerrilla,
¡Morimos bajo, entre las flores del otoño!

¿Qué importa el cielo cuando el campo esta aturdido?
Es llamarada que se inunda de silencio
¿Qué importa el sol cuando el mañana ya no sirve?
Está acabado por las palas enemigas.

Se escuchan soplos de vergüenza entre las tropas
Un niño muerto propasó la caravana
Y en un antro de almenas superpuestas
Gritó el vigía para derramar su espanto.

Brotaron cuerpos enjuiciados
Y una placa clavada, recreó el pasado de tu tierra.
La savia aplacará la angustia
Con los nombres que han surgido del ocaso.

El corazón marchito de los campos
Se buscará entre las sobras del camino.
Te llenarán de principados en bandada.
Dividida y frágil como una tribu entre cenizas.

Y esos ojos claros que se embarcan en la noche
Al sueño infinito y calmo del que sufre.
Verán la soga atada a la montaña,
Morirá el acero entre las fraguas del otoño,
Y un tratado les cerrará la boca.

¿Y de qué sirve?
Solo el camino de las almas sigue abierto.
Un alambre nos cercena el cuello
Y la impunidad recae sobre el mundo.

Beso

La noche
Ese deseo inabordable de caminar despacio
De pensar en un segundo la palabra que escuchó mi abismo
La noche, ese recuerdo imborrable de distancias
Ese juego en que nacimos
Donde vagamos sin saberlo
Y una mirada basta para saber si el tiempo
Correrá en tirabuzones
O se cambiara de sueño
O si simplemente sobra
Solo se que caminamos
Que me despiertas tanto
Y el campo se ahonda al vernos perdidos
Somos nuevos
Capullos de asombro esparcidos por el mundo
Por el surco inexistente que desgasta las praderas
Que enfoca nuestros rostros hacia un solo despertar
Y erguidos, santos crepúsculos del día
Detenidos en el tiempo
Sobrados del silencio
Sentimos el suspenso de la vida
Llenamos de rocío la arboleda
Y fuimos dos en un camino.

Caes

Caes:

Lento acabar de los siglos
La cabeza de los astros ha anunciado tu venida
La flor de los hombres se ha marchito


Que ardiente memoria ocupó mis años
Que miserable espera acudió a mis sueños
Que importante canto cerró tus ojos
Que espesor de muertos azotó tu espejo


Lento como el acabar de los siglos
He cortado tu hilo de corrientes
He quebrado tu amor inalcanzable
Y he muerto yo también en otros valles.

Caída del sur

Caída del sur
El mar se abre en remolinos de olvido
La calle larga, el mundo ausente
Descansas intacta entre universos
Y el campo reduce signos.
Ninguna lluvia canta el vuelo de tus ojos.

Y una pasajera evita el circo de los hombres modernos
Un trance de visiones soñolientas
El mar pasa embravecido de susurros
Y el silencio aun aguarda el pobre sonido de tu voz.

Y caminas sin peso entre las cavernas
Cubierta de arrecifes y brújulas
De noche olvidada y guijarros perdidos
Estabas agónica en amaneceres
Y no era yo el hombre de los ojos violetas.

Antes niña, volví rebeldes tus canciones
Y revitalicé la aurora para encontrar tus trenzas
Pero ahora entre el musgo sólido del término
Sólo veo arrecifes oscurecidos de ceniza.

¿Qué pensar, qué sentir?
¡Qué obviar del sentido eterno de las almas?
¡No es un herido mas entre los bosques
No dejó migas aguardando!
Que esperanza cabe en estos mares
Cuando sean sinceros recogeré tesoros
Y esas piedras que tanto gritan hacia el fondo.

Códigos y códigos de espuma
Un mundo submarino de ultratumba.
El mar se esconde en sus mareas
Y la luna escolta sus cambios de ánimo
¿Que perdida a cuestas elevan tus brazos?

Esas noches de ventanas y mapas
No son el casto embate de oraciones
Es el ermitaño audaz robando comida
Es la plenitud finita de un escollo.
¡Y el sentido acaba ente los suelos!
Se acabo el mar y el sufrimiento descansa
Se drenó la pena
Y entre los lugares cíclicos
Renacen y mueren pesadores sin rumbo

Que vastedad de peces
Barcos anclados de fondo
Y muertos, dejados al azar como hojas otoñales.

Ver

Eso de ver, de sentir de pronto
Que la vida pasa y que en un nicho espera
Eso de ver sin ver, de pensar que el tiempo no es más que un grito
Y que la muerte es algo
Transitorio y basta porque ya hemos muerto y el poema sobra.

Encúmbrate

Sentada en la silla
Adornada de almas
Veo en ti la noche de un barco sin marea
Te desvistes en los claros
Y sobre el corte embravecido
Te destajas, y mueres como el alba entre el rocío.

Hoja marchita
Eres del triunfo, de la bengala,
Del cometa que entornó sus ojos esperando primaveras
Y sin embargo, eres del campo,
De esos lagos verdes en el andar de tu recuerdo.

Déjate caer por la avenida, por el vuelo de las aves
Por el sismo que recae en tus pasillos
Y Cae desde el pecho hasta tu alma
En esos tobillos claros de sangre fértil
Abre la tierra de tus manos, encumbra la verdad entre tus nombres.
Para Ser en ti misma un solo amanecer.

.

Mi barco

Mi barco

Mi barco es ancho, de nombre abierto. En él navego el tiempo que trata de entibiarme el día con sus bostezos de luna.
Viajo a media tarde, con esa brisa de hambre que duele tanto. Con ese crepúsculo que llora mientras los niños juegan a saltar mi barco, a jugar a ser ola en un recuerdo de hace tiempo. Y cuando zarpo, cuando los niños juegan a botarme, tiemblo y caigo desde el mastil hasta el ancla. Caigo hasta el más profundo de los valles submarinos y escondo ahí algún tesoro, para un día soñarlo y tener entonces algun vestigio de mi hermoso despertar. Y ya a medianoche, cuando los niños duermen, ahí y junto al muelle, retiro redes y estiro el suelo. Y sin pensarlo rompo el barco, salto lejos en el vértigo de la vida sin barco, en el despertar sin sueño, en el niño sin vista y sin olas que lo surquen.

Existir

Cuando levo anclas
Cuando el recuerdo se mece entre los juncos
Acompaño a mi ceguera por los puntos de la puerta
La sueño angosta, estrecha de noches
La siento lejos,
En ese otro universo constelado En otra raza de suspiros o en otro corazón.
Y Yo, El otro invierno, nací con un puñado de rocío
Abrí la puerta, aguanté al albatros y a su vuelo, A su estrella sin picada.
Reescribí la muerte
Esperé su baile, bailé con ella, bailé con el abismo y con sus saltos.
Y sin la danza...sin la puerta que da la latitud de los dos nortes.
Terminé caído entre balas de semilla.
No podría revivir el rayo, ni siquiera alcanzaría callar la ola
Caería sin romper el bostezo de sal que emana de la nube.
Me derrubiaría con un ruido imperceptible de vanguardia
Con un arrebol entre los dedos
Y una magia de inocencia en algún rincón de mi regazo.

Yo solo quiero ver el bosque, dejar las migas del camino
Y que me sigan las huestes, que la lanza se nutra del clamor de mis pisadas.
Que vuelen las fuerzas del que nunca cambia, de ese que llaman sol de enero.
Y que en fin la mariposa rompa la puerta y que el sol se difunda en la espesura.
Para ser mi mano y escribirme un sueño.
Sin una puerta ni un abismo
Sin un barco para que olas me surquen.