Vulgar encantamiento de hadas,
Perpetradas del tiempo y el ocaso de los malditos.
Forzaron el universo con los dedos,
Dejaron sus marcas de cuarteles y piedras.
¡Se escuchaba la trompeta en todas partes!
Y no corrieron a escudarse como niños, eran suaves como alfombras de aguanieve
Y así se fueron niños a la tumba.
Con su juguete de siglos contra el pecho
Con su sueño derruido,
Hechos ceniza joven sobre las montañas.
¡Y un grito destemplado de los montes nos hizo callar como escuchando!
Como si el tiempo quedará en su trastorno,
Sin que huyeran los detalles del segundo.
Y entrabaron la mañana como un salto,
Tocado entre una llama hecha de fiestas,
Se endiablaron y consumieron rosas,
Aclamando al que vendría entre los sacos.
¡Triste infortunio del sagrado movimiento!
¡Desaparece el sol de las mañanas!
Y nadie sabe donde esconden a los muertos,
Nadie sabe que semilla planta el campo
Y los caballos corren raudos sin jinetes.
Seguirán de barro los hornos,
Y el pan de la fría niebla se extinguirá de pronto,
Y sin embargo sigo vedado de los hombres,
Que murieron esperando un cielo nuevo.
¡Renació el celeste infierno!
Escalinata de paredes oblongas,
Un misterio se escondió entre tus entradas.
Nadie sabe hasta que punto subes,
Y hasta que punto rompes,
Solo acallas los susurros del silencio.
Como una garra atronadora de cadáveres.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario