Caída del sur
El mar se abre en remolinos de olvido
La calle larga, el mundo ausente
Descansas intacta entre universos
Y el campo reduce signos.
Ninguna lluvia canta el vuelo de tus ojos.
Y una pasajera evita el circo de los hombres modernos
Un trance de visiones soñolientas
El mar pasa embravecido de susurros
Y el silencio aun aguarda el pobre sonido de tu voz.
Y caminas sin peso entre las cavernas
Cubierta de arrecifes y brújulas
De noche olvidada y guijarros perdidos
Estabas agónica en amaneceres
Y no era yo el hombre de los ojos violetas.
Antes niña, volví rebeldes tus canciones
Y revitalicé la aurora para encontrar tus trenzas
Pero ahora entre el musgo sólido del término
Sólo veo arrecifes oscurecidos de ceniza.
¿Qué pensar, qué sentir?
¡Qué obviar del sentido eterno de las almas?
¡No es un herido mas entre los bosques
No dejó migas aguardando!
Que esperanza cabe en estos mares
Cuando sean sinceros recogeré tesoros
Y esas piedras que tanto gritan hacia el fondo.
Códigos y códigos de espuma
Un mundo submarino de ultratumba.
El mar se esconde en sus mareas
Y la luna escolta sus cambios de ánimo
¿Que perdida a cuestas elevan tus brazos?
Esas noches de ventanas y mapas
No son el casto embate de oraciones
Es el ermitaño audaz robando comida
Es la plenitud finita de un escollo.
¡Y el sentido acaba ente los suelos!
Se acabo el mar y el sufrimiento descansa
Se drenó la pena
Y entre los lugares cíclicos
Renacen y mueren pesadores sin rumbo
Que vastedad de peces
Barcos anclados de fondo
Y muertos, dejados al azar como hojas otoñales.
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