lunes, 20 de noviembre de 2006

Sol

Como
Clama el otoño entre los
techos sin lumbre. Se escucha el hálito
del tiempo, del carbol extinto de la tierra. El
hollín se cuela entre los llantos anclados por el
viento, y una maraña de pasos se acercó a tu ventana.
Abrió tu corazón de pobre; Y en un segundo de agonía te
apagó para siempre. Batahola de muerte, exclamación,
mensaje profundo. En tu trono de madera se abrirá la sombra.
Para adorar al mundo y regalar el canto de tu alma. Regalo
del cielo en forma de trampa la soledad de lar te busca entre el
boreal y gélido soplo. Que nos duerme en un espasmo de
ternura. Que nos deja solos en un colchón iluminado. Por el
vientre de tu incansable palpitar. Y mueres como el niño que
fuiste o la niña más sagrada de la casa para recrearte en
los ojos de ti misma para aguardar los siglos del hombre.
Y renacer. Entre los niños sin sangre, entre las
Sombras perdidas que buscan santos el mártir
del ocaso se ve la cara entre las nubes
Sangrando vida entre las
espinas.

No hay comentarios: