lunes, 20 de noviembre de 2006

XI

La soledad se entristece
La poesía te mira y nace entre el crepúsculo furioso que dejan tus pliegos
No eres más de lo que quieres ser
No eres menos de lo que amanece entre tus ojos
Y el silencio que dejaste entre la puerta, con el dintel dormido y entreabierto
Es la condición del hombre que asecha su entrada
Triunfal entre las maderas pulidas.
Son Las montañas erigidas
El sol inventado
La similitud de las palabras
El origen de los astros, la calma que se esconde en los conejos
Y el tiempo
Las hadas
¡El sol!
¡El sol!
Tus manos
Todo es simple
Infinito y nuestro

No puedes contar tu suerte si no existes
No puedes explotar en mil pedazos si no caes por la noche entre las hojas
Entre olas que caen al mar
Para nacer de nuevo
Para dejar su retraso en filamentos
No adornes tu encuentro
Que una estrella errada no viaja por tus sueños
Sueña con los míos
Revelando el tiempo a las multitudes
Suave entre los asteroides.

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