lunes, 20 de noviembre de 2006

XXIII

¡Qué vergüenza! Confundir el sol con tus manos,
Tal vez pensé demasiado pronto.
Miré la escarcha de mi barco
¡Y rompí el espacio de tu cuerpo!

Mareas dispares ahuyentadas por tu risa
¿Qué solucionó la calle?
Un brillo de sangre ablandó la tierra
Con un acento de cama que duele tanto.

Rompí la luz en tu cuerpo
Salté rápido, límpido quizás sagrado
Por tu vientre henchido
Y de carbón ausente fueron las miradas encumbradas sobre el verdadero sol.

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